16 de octubre de 2023

El Dr. Gary A. Toranzos, especialista en microbiología ambiental y profesor de microbiología en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, junto a sus colegas la Dra. Jelissa Reynoso García, de la Facultad de Medicina de la Universidad de California Davis, así como la Dra. Yvonne Narganes, del Centro de Investigaciones Arqueológicas, y el Dr. Raúl Cano, de BioCollective, realizaron una investigación, cuyos descubrimientos han sido reseñados en la revista científica PLOS ONE, publicación que adopta la revisión por pares con un enfoque en la metodología rigurosa, la investigación ética, y figura entre las mejores del campo.

Las estrellas de esta investigación son los coprolitos o heces fecales momificadas halladas en las excavaciones hechas por los arqueólogos Yvonne Narganes Storde y Luis A. Chanlatte Baik en Sorcé en la isla municipio de Vieques. De unas 80 muestras recolectadas por estos arqueólogos por espacio de 32 años -de 1977 al 2009- fueron cerca de 20 los ejemplares seleccionados para esta investigación científica.

El proyecto inició en el 2012 y se enfocó en el análisis de los coprolitos, aplicando la paleomicrobiología. Con el permiso del Centro de Investigaciones Arqueológicas (CIA), adscrito al Museo de Antropología, Historia y Arte de la Universidad de Puerto Rico, tanto científicos como estudiantes graduados han escudriñado estos excrementos momificados, para encontrar fascinante información acerca de la dieta y costumbres de estos indígenas que habitaron Vieques.

En este estudio, el equipo de investigación analizó el ADN (Ácido desoxirribonucleico) de la materia fecal momificada, revelando que dos culturas caribeñas precolombinas -la Huecoide y la Saladoide- comían una amplia variedad de plantas, como maíz, batata y maní, y también se detectó ADN de tabaco y algodón.

Los resultados sugieren que los grupos Huecoide y Saladoide disfrutaron de un sistema alimentario diverso y sofisticado, que incluía batata, maní, ají, una calse específica de tomate, papaya y maíz. El análisis también detectó tabaco, posiblemente debido al uso de tabaco de mascar, inhalación de las hojas de tabaco pulverizadas o uso de la planta de tabaco como aditivo alimentario con fines medicinales y/o alucinógenos.

Sorprendentemente, también se detectó algodón, tal vez debido al uso de semillas de algodón molidas para producir aceite, o porque las mujeres mojaban los soportes de algodón con su saliva, dejando residuos en la boca mientras tejían.

Sin embargo, los autores Toranzos-Reynoso no encontraron evidencia de consumo de yuca, aunque esta planta ha sido reportada por los historiadores a menudo como un alimento común en el Caribe precolombino. Los científicos señalan que las técnicas de preparación muy elaborada del rallado y secado de la yuca para eliminar toxinas podrían haber degradado el ADN de la planta, o que esto podría haber sido un alimento básico, pero de temporada.

Debido a las técnicas de preparación de alimentos y el hecho de que cada muestra de coprolitos es, solamente, un indicio de lo que una persona específica había estado comiendo recientemente, es probable que los Huecoides y Saladoides comieran otras plantas u hongos, que no se mencionan en este estudio. No obstante, estos hallazgos brindan más información sobre la vida de los pueblos precolombinos de las Américas.

“Esta es una investigación que nació de conversaciones entre científicos -arqueólogos, bioinformáticos, microbiólogos, micólogos y sus estudiantes graduados- quienes multidisciplinariamente contribuyeron con sus peritajes individuales. Nada de esto hubiera sido posible sin el trabajo original de los arqueólogos que encontraron los coprolitos, y sin la visión global del resto del grupo que vio un potencial de elucidar la dieta, así como la flora y fauna existentes en un Puerto Rico precolombino: y todo esto a partir de las heces fecales de miembros de etnias que poblaron nuestra isla hace miles de años”, manifestó el microbiólogo y profesor Toranzos.

Por su parte, la doctora Jelissa Reynoso García, quien comenzó estos estudios aún siendo estudiante graduada, afirmó que “los coprolitos nos permitieron corroborar y obtener información más detallada sobre la dieta de culturas precolombinas de periodos donde existe poca o ninguna fuente escrita”.

Igualmente reiteró que “la dieta de estas culturas precolombinas contribuyó a nuestra cultura e identidad como puertorriqueños”.

Según explicó el doctor Toranzos, estos estudios -que hace una década no hubieran podido llevarse a cabo- se deben al gran progreso hecho en las técnicas de aislamiento, purificación y secuenciación de los ácidos nucleicos. “Todo esto, conjuntamente con los algoritmos desarrollados para llevar a cabo los análisis bioinformáticos, resulta en una recreación de las dietas de estas culturas”, puntualizó. Esta investigación también recibió el apoyo del programa RISE (Research Intensive Summer Experience), adscrito a la Facultad de Ciencias Naturales.[dt_fancy_separator separator_color=»custom» custom_separator_color=»#dd9933″]

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